Cerró la maleta y sonrió. Trataba de descifrar qué era
aquella nueva sensación.
Apenas se reconocía. Había estado tanto tiempo fuera de sí,
inerte, sumergida en la lava del desamor, que se sorprendió a sí misma aquella
mañana en que se despertó con un NO.
Un NO, nacido en el corazón y que le palpitaba en las sienes
mientras llenaba una maleta con lo estrictamente necesario.
Un NO, que emitió con determinación cuando él trató de
detenerla.
Un NO, que se esfumó en el momento en que cogió la maleta y
salió por la puerta camino de su nueva vida